Esas historias difíciles
Hay historias que de por sí son difíciles de cubrir, pero que tienen un interés público más grande de lo que uno cree o porque al escribir sobre ello se pone sobre el tapete una realidad de la que se sabe poco.
Tal es el caso de la nota que se hizo sobre el comercio de órganos por internet y que publicamos el lunes en este sitio.
La historia pone en evidencia la existencia de personas que no ven otra alternativa que vender un órgano como el riñón, a cambio de dinero.
Retos
De hecho, el tema es complejo y la investigación llevaba muchos retos.
Primero, se trata de una situación en la que no hay mucha información y las estadísticas, por lo tanto, escasean. Segundo, estas personas están cometiendo en muchos casos un acto ilegal y ellos en general lo saben.
Para poder superar el tema de la falta de estadísticas o escasez de información, primero presentamos los datos oficiales que sí existen, como son los números avalados por la Organización Mundial de la Salud y también se entrevistaron a expertos y autoridades sobre el tema. Si bien las estadísticas son escasas, el contar con una voz experta y fuentes oficiales dan luz al tema.
El segundo reto era más difícil, para entender la historia era necesario contactar a las fuentes directas, en este caso aquellas personas que están dispuestas a vender sus órganos. Estos protagonistas, estaban dispuestos a hablar sólo bajo la condición de anonimato. Demás está decir que esto implica un desafío a la precisión y credibilidad de la historia.
En la guía editorial de la ѿý, tenemos una política clara frente a fuentes anónimas, y sólo se justifica utilizarlas cuando el testimonio es imprescindible para dar claridad a la historia. Más aún, si hay una acción ilegal de por medio. En otras palabras, tiene que haber una causa editorial muy sólida.
En este caso, teníamos el justificativo, la historia no se podría entender sin estos testimonios.
Ahora bien, uno podría decir que estamos justificando un acto ilegal, pero en este caso no hay una apología del delito, porque en la historia en ningún momento se defiende la acción y, más bien, se trata de entender -a través del testigo- cómo se llega a esta situación. Además, buscamos a las autoridades oficiales para que también den su visión sobre los hechos.
El objetivo central es mostrar una práctica que no todos saben que existe y no se sabe cuán extendida está, pero sí existe y forman parte de nuestra realidad. Como periodistas, debemos informar sobre ella, de la mejor forma posible.
