Cabrera resuelve el enigma de la Esfinge
hizo birdie en el hoyo 15 y le entraron los nervios. No hay nada como la inminencia del éxito para poner a prueba el temple de un deportista. Y Cabrera no estaba seguro de su verdadera condición.
¿Era un campeón o simplemente un buen golfista? El hombre tragó saliva, pensó en el tigre que lo perseguía y temió lo peor. La angustia le hizo perder dos golpes en los hoyos 16 y 17, pero se repuso y salvó el par en el 18, para una vuelta de 69 golpes, uno bajo el par de la cancha.
Fue suficiente. Con su victoria en el , Cabrera resolvió su duda existencial y se convirtió en el segundo golfista argentino en ganar un torneo major (de Grand Slam), 40 años después de la hazaña de en el Abierto Británico.
En su marcha hacia el triunfo, los deportistas suelen enfrentar dos grandes desafíos, dos espectros paralizantes: el de la derrota y el de la victoria.
Los psicólogos deportivos explican que los grandes campeones tienen una característica común: conservan la sangre fría y la concentración en cualquier circunstancia, tanto cuando son amenazados por la derrota como cuando la victoria está a su disposición.
, campeón mundial de F1 en tres ocasiones (1969, 1971, 1973), suele decir que, para él, las situaciones críticas no significaban un peligro sino una oportunidad. Lo mismo dice ahora , y en eso parece que le lleva cierta ventaja a su rival, Fernando Alonso, tal vez porque éste tiene mucho más que perder.
Estar al borde de la derrota, mantener la calma, redoblar los esfuerzos y alcanzar la victoria; estos son los hitos en el camino del campeón.
Después del hoyo 15, cuando la victoria sólo dependía de él, porque llevaba una ventaja de tres golpes a sus perseguidores más inmediatos, las cámaras captaron miedo en el rostro de Cabrera. Tragaba saliva continuamente, clamaba por un cigarrillo, no veía la hora de terminar la vuelta y que fuera lo que Dios dispusiera.
Hasta hace unos días, Cabrera era un deportista del montón. De un montón brillante, claro, porque de otro modo no participaría en los grandes torneos. Pero en el golf las jerarquías están bien marcadas, y si al argentino le hubieran temblado las rodillas en el hoyo 18, y Tiger Woods se quedaba con el título, todos habrían dicho: “El pobre hombre no resistió el aliento del tigre en la nuca”.
Y cuando un deportista pierde la oportunidad de su vida, casi siempre pierde también la fe que necesita para seguir progresando.
Los dos fantasmas estuvieron muy activos en los links de , la cancha más difícil del circuito.
Cabrera, que había encabezado el tablero los dos primeros días, perdió la concentración el tercero y debió remontar en el cuarto.
Los expertos, que esperaban su ahogo, se llevaron un chasco, porque él fue el único que en dos de sus vueltas bajó el par de la cancha, de 70 golpes. Y la segunda vez fue el último día, el más importante, cuando la lógica de la competición separa a los ganadores de los perdedores.
El cordobés supo ayer algo de lo que no estaba seguro: que podía ganar un grande en lucha mano a mano con el mejor golfista de todos los tiempos.
Pero esto no garantiza que pueda repetir la hazaña. La doble Esfinge, de la derrota y la victoria, es vengativa.
Que lo diga un compatriota de Cabrera, el tenista , cuya carrera se ha despeñado desde su victoria en el en 2004. Que lo diga otro argentino, Guillermo Coria, finalista en esa misma ocasión.
Esa final estuvo caracterizada por los altibajos de sus protagonistas, agarrotados, atrapados entre el miedo a perder y el miedo a ganar. Gaudio se quedó con la victoria porque Coria no se atrevió a ganar.
Tanto Coria como Gaudio quedaron marcados por sus encontronazos con la derrota y la victoria. Gaudio está 99 en el ranking internacional, Coria 347.
¡Ah! Ángel Cabrera, que estaba 44 en el ranking del golf, ha subido a 17 tras ganar el Abierto de Estados Unidos.
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Bueno parece, que la Argentina no solo se destaca en futbol y en Tenis, ahora tambien en golf, Pobre Tiger Good, con tanta propaganda que hace. Lo felicito es un orgullo para nosotros, otro orgullo mas.
Bueno, algo que siempre he admirado de los argentinos es su determinación para alcanzar la victoria, además del tenis o el fútbol has escrito grandes hazañas en el baloncesto a nivel selección e individual...y sé que se me escapan otros deportes donde también son exitosos,... Como mexicano me doy cuenta que efectivamente, a nosotros siempre nos ha ganado el miedo a la victoria,...y terminamos quedándonos siempre a un pasito,...en fútbol, por ejemplo, durante los mundiales del 94, 98, 2002, 2006, siempre nos fuimos con la sensación de que se hubiera podido ganar pero no pudimos o no quisimos; en la libertadores y en la copa América los clubes y selecciones mexicanos han realizado destacadas participaciones pero no hemos podido ganar ni una ni la otra, parece que Pachuca logró conjurar el maleficio, espero que así sea, para que las nuevas generaciones de deportista mexicanos sepan ganar a pesar de sentir el aliento del tigre en la nuca...
Triundo individual muy bien merecido. Felicitaciones al Sr Cabrera. El comentario (1, de Sebastian Poncet): una argentinada más. "pobrecito" Tiger Woods? Eso es "mirarlo" desde la altura de un argentino "más". La verdadera MODESTIA del gran Fangio no se esparció por Argentina.
(Otra queja por el mensaje 1 de Sebastian Poncet.)
"Pobre Tiger Good"???? primero dejeme rectificarlo no es Tiger Good, es "Tiger Woods" con W y S al final. Segundo, lo quiera o no es el numero uno del mundo, su exito es la consistencia de su excelente juego en el campo, veamos si el señor Cabrera puede sustentar su victoria con el tiempo.
Excelente análisis. El pánico en competencia ha jugado malas pasadas a grandes talentos, muchas veces más dotados que algunos campeones.
En cuento a los comentarios de este blog, lamento que el "argentino medio" no sepa ganar ni perder con nobleza, nunca aprenderemos.
GRAN ALEGRIA POR LA VICTORIA DE CABRERA!ESTE GOLFISTA ERA MUY POBRE Y DEBIO ABANDONAR LA ESCUELA PARA SER CADDIE DE OTROS JUGADORES, CON EL PESO DE LOS PALOS DE GOLF SURGIO SU GRAN VOCAION SIN ABANDNAR SU MODESTIA, !ASI SON LOS CAMPEONES.