El fútbol se aburguesa, gana dinero y pierde pasión
Alex Ferguson, el entrenador del Manchester United, criticó hace un par de días a los hinchas del club, por no alentar lo suficiente al equipo durante el partido que ganó 1 a 0 al Birmingham City, como local.
“”, tronó el escocés, utilizando expresiones por lo menos imprudentes, ya que todo el ámbito del fútbol estaba de luto por la muerte, días antes, de Phil O’Donnell, el capitán del Motherwell.
Y las numerosas reacciones ante esto nos recuerdan el profundo cambio que está experimentando el fútbol inglés, en cuanto a su resonancia popular.
El fútbol se está aburguesando a marchas forzadas, y es inevitable que el juego ya no despierte tantas pasiones.
No estamos diciendo que la emoción sea una cuestión de clases sociales, claro. Nos limitamos a señalar una cuestión práctica: no podremos gritar y alentar sin cesar a nuestro equipo si tenemos la boca llena de canapés.
Y eso es lo que está ocurriendo en el fútbol rico, en particular el inglés.
Hace un par de años estuvimos en la Bombonera en un partido decisivo, entre Boca y el Pumas mexicano. Esa experiencia es la , pero fue posible por algo más que la pasión de la hinchada xeneize: tuvo mucho que ver la arquitectura del estadio, el hacinamiento en las tribunas y en particular el hecho de que la mayoría de los espectadores estuvieran de pie, incluso en las plateas.
Si estamos sentados en una butaca, con un canapé en una mano y la cintura de una rubia en la otra, nos resultará difícil alentar al mismo tiempo a nuestro equipo con la pasión que requiere para superar un mal momento.
En América Latina, las hinchadas (o por lo menos muchas de ellas) saben que su función es alentar a los equipos: si los resultados son relativamente satisfactorios serán más pacientes y tolerantes con el mal juego.
En otros países es diferente. Las hinchadas del Barcelona, el Real Madrid y el Manchester United esperan ahora ser entretenidas por su equipo: si juegan mal se enojan con los jugadores y guardan silencio o los abuchean, en vez de alentarlos.
Y un sector cada día más numeroso asiste a los partidos sin un compromiso vital profundo.
En , 9.000 de sus 76.000 asientos pertenecen a empresas o ricachones de todo pelaje. Esta gente no va a los partidos para aplaudir a Cristiano Ronaldo, sino por una variedad de razones: exponerse al calor popular, entretener a sus invitados, hacer negocios… En realidad, van al estadio de fútbol como sus antepasados iban al teatro noche tras noche, sin prestar atención a la obra en el escenario.
En forma paulatina se está ensanchando la brecha entre los espectadores comunes y los ricos. Un asiento en la Europa Suite, por ejemplo, le costará al rico alrededor de 1.000 dólares (incluyendo impuestos y una buena comida, claro), mientras que el espectador común pagará entre 70 y 90 dólares y si quiere comer deberá pagar aparte o llevar algo desde casa.
Si ustedes encuentran caro el placer de ir al fútbol en Manchester, presten atención a lo que cuesta una entrada común en Londres: 190 dólares en el estadio del Arsenal y 130 en el del Chelsea.
Esto refleja el diferente nivel de ingresos en la capital y en el interior del país. El hincha del Liverpool, por ejemplo, es más “pobre” que el del Manchester, y entonces el estadio de Anfield sólo tiene 32 palcos para empresas, en contraste con Old Trafford, que tiene más de 1.000.
Esto se traduce en un ingreso por partido de alrededor de siete millones de dólares para el Man United y de sólo tres millones para el Liverpool.
Forzados a ofrecer asientos a todos los espectadores, los clubes han afinado los lápices para multiplicar sus ingresos. La única solución, en definitiva, consiste en aumentar los precios, y esto tiene como consecuencia el alejamiento de muchos de los aficionados más apasionados, de esos que iban a la cancha para alentar a sus equipos, antes que ser entretenidos por ellos.
Otra solución es aumentar la capacidad de los estadios, como hizo el Man United (Old Trafford tiene una capacidad de 76.000 personas), o construir uno nuevo, como ha hecho el Arsenal (Emirates Stadium, 60.000) y quiere hacer el Liverpool.
El problema es que para financiar los nuevos estadios habrá que aumentar los precios de las entradas. El Arsenal se lo puede permitir (sus entradas son las más caras del fútbol inglés), porque su entrenador, Arsene Wenger, es un genio para formar equipos jóvenes, buenos y baratos. Y entonces el público lo tolera.
A otros les resultará más difícil.
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mira los SÍTIO de los hinchas de GRÊMIO FBPA, de Sur de Brasil, otro país é vero, pero és ainda Brasil.
Esto é la passion de 3 colores. el verdadero fútbol, la vida por toda vida é alentar cada vez más.
Una locura!!!!
El sítio é de propriedad de los hinchas, un tanto barrabravas, pero alento és incondicional, en las buenas horas e principal en las horas malas.
el sangre latino corre fuerte la cabeza dos hinchas.
L O C U R A