, uno de los políticos más impolíticos del mundo del fútbol, está tan habituado a la impunidad del poder que suele meter el dedo en el aceite hirviendo, sabiendo que no se quemará.
¿Acaso no ha domado a las poderosas asociaciones europeas, forzándolas a aceptar el derecho de países africanos y asiáticos a organizar mundiales?
Camino sobre brasas y no me quemo, camino sobre el agua y no me mojo. Ese es el motto que Blatter lleva en su escudo de armas.
Pero hay aceites y aceites, y en el fútbol sudamericano el aceite quema.
Esta es una de las interpretaciones que se puede dar a la de prohibir los partidos internacionales a más de 2.500 metros de altura, que abrió las compuertas a la ira de varios países sudamericanos.
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La duda metafísica de la semana: ¿es bueno o es malo el arrepentimiento de que ahora admiten dopaje, después de pasarse años y hasta décadas dándose por ofendidos cuando alguien les apuntaba con el dedo?
Bueno, dirán algunos, una confesión siempre es bienvenida y despeja la atmósfera; un momento, dirán otros, que así se crea la impresión de que los tramposos están a la defensiva, que ya sólo quedan unos pocos.
Pues bien, dice un experto, la batalla sólo puede ganarse si nos preparamos para lo peor.
El experto es , el siniestro personaje que convirtió al Laboratorio Balco (Bay Area Laboratory Cooperative) en la organización más notoria en el mundo del dopaje, quien hace poco completó su condena de cuatro meses de prisión y ahora se dedica a asesorar a las autoridades para el mejoramiento de las técnicas antidopaje. O eso dice él.
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Regreso desde Buenos Aires a Miami con 15 días de plazo para saldar todas mis deudas con esta ciudad antes de que otro avión me lleve de regreso a Londres.
Son tantos los trámites que debo resolver que a mitad de semana siento que el descanso obtenido en un mes de vacaciones se ha desvanecido, desintegrado, en 48 horas.
En medio del vértigo leo en ѿý Mundo una
a un escritor canadiense que tras pasar por la vida "corriendo en lugar de viviendo" escribió un libro llamado "Elogio a la lentitud", pero ¿es factible, como él dice, rechazar "la cultura dominante de la velocidad"?
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Los dos comenzaron su temporada en enero, después de las fiestas de fin de año. No es broma. Carlo Ancelotti y Rafael Benítez condicionaron la preparación atlética y mental de sus jugadores, renunciando a los torneos locales y concentrándose en Liga de Campeones y la cita de anoche en Atenas.
En el caso del Milan, porque comenzó la temporada con una deducción de puntos en la Serie A y su plantel es viejo, con un que sólo puede jugar una vez por semana. En el caso del Liverpool, porque su plantel es mediocre y no tiene un goleador nato.
El Milan también fue más afortunado que el Liverpool. Es mejor equipo, claro, pero la buena fortuna fue más importante en Atenas.
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Una final de y una jornada para el síncope en la .
Lo normal es una copa emotiva y un final de liga tranquilo (ya casi hemos olvidado las travesuras del Tenerife de Valdano, cerrándole el camino al Real Madrid en beneficio del Barcelona), pero esta vez ha sido diferente.
Es una pena que los ingleses no hayan estado a la altura que exige una final del torneo de clubes más prestigioso, y duele más por haberse tratado de la primera ocasión importante en el nuevo estadio de Wembley.
Por suerte tenemos a los locos del fútbol español, que están dando un espectáculo apasionante. Tal vez el fútbol no sea esta vez de alto vuelo, pero la emoción es de primera categoría.
El panorama internacional ofrece por estos días un montón de sorpresas y emociones, pero ninguna como las victorias agónicas del Real Madrid.
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Desde que llegué hace un mes a Buenos Aires, sólo leo noticias tristes de mis ídolos de juventud.
Diego Maradona entra y sale de sanatorios y clínicas psiquiátricas por su adicción al alcohol. Charly García se pelea -a cuchilladas- con su hijo, quien termina en un hospital y en la portada de todas las revistas de chismes.
Sólo cuando vuelvo al territorio de mi infancia, ubicado a 800 kilómetros de la capital argentina, puedo encontrar a una ídola de mi niñez que tras cuatro décadas sigue vigente sin ninguna mancha, más que la de tinta negra sobre el papel blanco.
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La mexicana , número uno en el ranking de la , defiende estos días su título en el Sybase Classic del , New Jersey, Estados Unidos.
También defiende su condición de número uno mundial, que ocupa desde el mes pasado, cuando superó a , quien hasta hace muy poco parecía imbatible. Muchos creen que Lorena va en camino de esa condición.
Anoche, Lorena se reunió con los trabajadores del club, algo que se ha convertido en una costumbre, reconociendo el hecho de que la mayoría de ellos son inmigrantes o hijos de inmigrantes latinoamericanos.
Este gesto, poco habitual en los golfistas, es uno de los rasgos más atractivos de la personalidad de Lorena Ochoa.
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¿Quién dijo que nos aburriríamos sin Schumi? Nos dijeron que Raikkonen dominaría Ferrari, que Alonso dominaría McLaren, pero las carreras son y el campeonato de conductores está encabezado por Hamilton.
La temporada de Fórmula 1 se está perfilando como una de las más emocionantes: tres ganadores en cuatro carreras, un piloto rookie (bisoño), Hamilton, con una ventaja de dos puntos sobre su compañero de equipo, el campeón mundial Alonso; otro piloto “joven”, Massa, con cinco puntos sobre su compañero, Raikkonen, el supuesto heredero de Schumacher.
Lo de “joven” en relación con Massa es en el plano de las percepciones y no de la realidad, porque el brasileño debutó en la F1 en 2002 y acaba de cumplir 26 años, muy poco menos que Raikkonen, quien tiene 28. Lo que ocurre es que el finlandés estuvo en el primer plano desde el principio, mientras que el brasileño tuvo problemas de adaptación hasta su ingreso a Ferrari, como escudero de Schumi.
Lo cierto es que tanto Raikkonen como Alonso están a la defensiva y muy nerviosos ante el buen rendimiento de sus compañeros de equipo.
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¿Tú te consideras un hincha/forofo/fanático del fútbol? Pues depende de cuántas veces por día piensas en tu equipo. ¿Diez veces? ¿Veinte? ¿Treinta veces por día, dices? Pues tú no eres un hincha, eres un diletante, un flojo.
Un verdadero hincha, un fanático de ley, piensa en su equipo entre cuarenta y cien veces por día. Una minoría de fanáticos, alrededor de 7%, lleva las cosas a un extremo increíble: piensa en sus jugadores preferidos una vez cada minuto durante el día, y por la noche probablemente sueña con ellos.
El hincha típico, varón, piensa en su equipo 80 veces por día, o sea una vez cada 12 minutos de las 16 horas de vigilia.
Esta no es una ocurrencia del Blog de Lalo, sino una de las conclusiones de un estudio universitario en Inglaterra, que analiza las reacciones de 2.000 aficionados de clubes de la Premier League. Los más fanáticos son los hinchas del Sheffield United, que piensan en su club 110 veces por día; los del Everton, en contraste, sólo recuerdan a sus héroes 43 veces, los flojos.
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Si faltaba algo para confundir a los lectores de este blog, después de un post nacido en un
acto anarquista escribo esta entrega en una iglesia. Pero como el objetivo de este espacio es contar historias, no puedo ni quiero ignorar la vida de José Resich.
Conocí a este sacerdote católico en 1995, cuando su historia -la de un cura que tenía un hijo y mantenía un comedor popular en una zona pobre de la provincia de Buenos Aires- atraía a varios medios de comunicación, incluyendo el que yo trabajaba.
En estos años se han hecho decenas de notas sobre su amor por su familia y su solidaridad. Espero que mi escrito, que desordena y mezcla como un mazo de cartas las distintas etapas de su vida, haga honor al protagonista de este relato.
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Ayer, por primera vez en mucho tiempo, Alex Ferguson vivió como un jubilado, aunque un jubilado con ciertas responsabilidades.
Se levantó temprano y fue a ver a su nieto jugar al fútbol (su equipo ganó el partido y el título de su división); luego volvió a su casa a seguir por televisión las carreras de caballos (su pasatiempo preferido), después durmió una siestita y se aburrió un par de horas hasta que decidió ver los últimos 15 minutos del Arsenal 1-1 Chelsea.
Pasó un mal rato, porque el Arsenal no era capaz de retener la pelota ante un rival disminuido por una expulsión. Pero finalmente se hizo justicia: el empate entre los equipos de Londres dio al Manchester United la seguridad del .
Después, el viejo cascarrabias aceptó una copa de champagne y brindó por su noveno título de liga. Y con él brindaron los admiradores del buen fútbol en todo el mundo.
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Si el AC Milan juega la final de la Liga de Campeones Europeos, el 23 de mayo, tan bien como ante el Manchester United, no tiene posibilidades. Este es uno de los razonamientos que leemos por ahí.
Esto depende, claro, de Kaká. Si mantiene su forma, sus camaradas le harán compañía, con buena rima, porque tiene una gran virtud: su juego y su ejemplo disminuyen a sus adversarios y mejoran a sus compañeros.
Otros comentaristas dicen que el United tuvo una mala noche, que Cristiano Ronaldo la embarró en su primera intervención (un frustrado e innecesario pase de taco), que Alex Ferguson se equivocó al abandonar a Rooney en ataque, que el cansancio, que las lesiones, que la lluvia, que la defensa.
(Vale la pena imaginar el festín que se habría dado el otro Ronaldo, el brasileño, de haber estado habilitado para jugar; en Atenas tampoco estará.)
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Como ocurrió en todo el mundo, agrupaciones obreras y partidos políticos celebraron este primero de mayo en Argentina el Día del Trabajador.
Mientras los principales grupos de izquierda se movilizaron de forma masiva a la Plaza de Mayo y el peronismo recordó la jornada en cada uno de sus sindicatos, mi padre y yo asistimos a un acto "más íntimo".
Hace 100 años, una convocatoria anarquista en mi país habría reunido decenas de miles de obreros e igual número de policías, pero el anarquismo ya no es tan masivo ni tan temido como en el pasado, ni en el mundo, ni en Argentina, ni en mi familia.
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